¿Es posible una reactivación sustentable?
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Ana María Montoya
Para que sea eficiente y eficaz, una política económica debe apuntar a un objetivo y, en el contexto actual, cuando se busca mitigar los graves efectos de esta crisis en el empleo, el Gobierno ha priorizado medidas de rápida ejecución.
En Europa se busca propiciar como política de reactivación complementaria -que no sustituye el objetivo final de generar empleo y evitar la quiebra de las empresas- el llamado Pacto Verde. Se trata de un plan estratégico para erradicar completamente las emisiones de CO2 y que, al mismo tiempo, opera como una estrategia de crecimiento económico.
El foco está en ayudar simultáneamente a las empresas a convertir sus matrices productivas con tecnologías limpias. En Francia se aprobó un plan de ayuda al sector automotriz por 8.000 millones de euros, dirigido principalmente a potenciar la fabricación y compra de vehículos eléctricos. En Alemania se aprobó un paquete de estímulo por US$ 56 mil millones, con foco en la transición energética y en la movilidad sostenible. El plan alemán incluye también subsidios para vehículos híbridos y eléctricos, excluyendo a los gasolineros y a diésel.
De esta manera, el mensaje desde la Comisión Europea es bastante nítido. Esta pandemia podría servir para intensificar los esfuerzos contra el cambio climático y forzar una transición hacia una economía baja en carbono como centro de la recuperación de la crisis. Pero, ¿hacia qué actividades resulta más adecuado inyectar los estímulos y la inversión, tanto pública como privada?
En Chile tenemos un enorme potencial para avanzar en la senda de la sostenibilidad energética. Hoy un 90% de la energía que consumimos proviene del carbón, gasolinas, gas y biomasa y sólo un 10% de electricidad con fuentes renovables. En este sentido, un gran desafío es reemplazar el uso de combustibles fósiles por energía renovable no sólo para la generación eléctrica, sino también en el transporte, la industria y los hogares, pues las energías renovables, además de más limpias, son hoy más competitivas en términos económicos.
En el contexto del Covid-19, Corfo anunció la creación del Crédito Verde, a través de refinanciar créditos de largo plazo a las empresas beneficiarias de proyectos de generación o almacenamiento de Energías Renovables No Convencionales (ERNC), de Eficiencia Energética, y de mejoras ambientales en procesos productivos. De lo anterior se desprende que Chile, aunque de manera incipiente, tiene como un objetivo la reactivación sustentable.
Avanzar por esa vía podría ser el inicio de un cambio. El plan de carbono neutralidad del Gobierno al 2050 estima que ésta se puede lograr con inversiones de US$ 41.000 millones, las que generarían ahorros de US$ 78.000 millones. Es evidente que apostar por la sostenibilidad no sólo es una contribución importante a la reducción de gases de efecto invernadero y de la contaminación local –que afecta a casi 10 millones de chilenos–, sino que también permitirá la creación de empleos, mejoras en productividad y aumento de la competitividad de nuestra economía.